Más información sobre el trastorno de ansiedad generalizada

Trastorno de ansiedad generalizada (portada)

O Trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es un tema al que cada vez prestan más atención tanto los pacientes como los profesionales de la salud mental. Esto se debe principalmente a la creciente concienciación sobre la importancia de tratar adecuadamente la ansiedad.

Se trata de una afección mental que puede tener un gran impacto en el día a día del paciente. A lo largo del artículo, comprenderemos mejor la afección y cuándo el tratamiento se vuelve crucial para mejorar la calidad de vida.

¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?

El trastorno de ansiedad generalizada es una enfermedad caracterizada por una preocupación constante y desproporcionada por diversos aspectos de la vida. Esta ansiedad excesiva no se limita a una situación concreta, sino que se extiende a diversos ámbitos, como el trabajo, la salud, las relaciones y el dinero, por ejemplo.

Las personas con TAG suelen experimentar una sensación de aprensión y tensión constante, incluso en ausencia de peligro real o inminente. Esta preocupación incesante puede provocar síntomas físicos, como fatiga, tensión muscular y trastornos del sueño, y repercutir negativamente en la capacidad para desenvolverse en el día a día.

Es importante tener en cuenta que, para diagnosticar un TAG, los síntomas de la enfermedad tienen que haber estado presentes durante los últimos 6 meses la mayoría de los días.

Diferencia entre ansiedad y trastorno de ansiedad generalizada (TAG) 

Trastorno de ansiedad generalizada

Es importante darse cuenta de que hay una diferencia y que la ansiedad no siempre es sinónimo de patología. Al fin y al cabo, es inherente al ser humano y sumamente importante. Sin ella, quizá la raza humana no habría sobrevivido para contarlo.

La ansiedad es una reacción en cadena que tiene el organismo ante situaciones de peligro o de gran estrés.

Pensemos, por ejemplo, en un hombre de las cavernas escondido, intentando no ser devorado por los grandes animales de la época. Cuando salía a buscar comida, se generaba ansiedad y el cuerpo entraba en estado de alerta, sabiendo que, en cualquier momento, podía aparecer el peligro y nuestro cuerpo tendría que estar preparado para reaccionar y sobrevivir.

El gran problema es cuando esta ansiedad se vuelve desproporcionada y este sentimiento de miedo y angustia va más allá de lo necesario para controlar la situación. En este caso, estamos ante un TAG (Trastorno de Ansiedad Generalizada).

En el TAG existe una preocupación excesiva e irracional por algo que pueda ocurrir, aunque sea una posibilidad extremadamente remota. Hay un gran sufrimiento y angustia, incluso por cosas sencillas de la vida cotidiana.

En estos casos, la amígdala, situada en el cerebro, desempeña un papel fundamental en esta funcionalidad y se encarga de evaluar las situaciones, liberando la cantidad de neurotransmisores necesarios para que el organismo reaccione ante un peligro real.

Sin embargo, en el TAG, la amígdala puede trabajar más de lo debido y volverse hiperactiva, generando una respuesta exagerada ante un problema. Esto, a su vez, desencadena una serie de problemas que pueden desembocar en otras enfermedades emocionales y físicas.

Factores de riesgo

No existe una causa exacta del TAG, pero sí factores de riesgo, es decir, variables que pueden hacer que una persona esté más predispuesta a desarrollar la enfermedad. 

El estrés es, sin duda, uno de los principales desencadenantes de la ansiedad. La pérdida de un familiar, el descubrimiento de una enfermedad en uno mismo o en un ser querido, cambios significativos como el traslado a una nueva ciudad, el divorcio... todos ellos son factores de estrés importantes que pueden desencadenar el TAG.

Véase también: Ansiedad en los hombres durante el periodo perinatal

Además del estrés, la edad también es un factor importante. Según la Asociación Americana de Psiquiatría Geriátrica, el TAG afecta a entre el 10 y el 20% de las personas mayores, pero muchas de ellas no son diagnosticadas.

Si tenemos en cuenta que es precisamente en la vejez cuando empezamos a perder amigos y familiares, que los ingresos tienden a disminuir y que aumentan los problemas de salud, todos estos puntos generan una gran preocupación por el futuro, lo que lleva al desarrollo del TAG.

Factores asociados

Además de los factores de riesgo, también existen factores asociados que, en algunos casos, no pueden modificarse. Veámoslos:

  • Factores genéticos: Varios estudios han demostrado que los hijos de padres que padecen ansiedad y depresión tienen más probabilidades de desarrollar TAG, y que esto puede ocurrir incluso antes en comparación con los hijos de padres sin estos trastornos;
  • Neurobiología: Las personas con TAG suelen tener una menor producción de neurotransmisores que ayudan a controlar la ansiedad, como la noradrenalina y la serotonina. Por ejemplo, el cerebro siempre está dispuesto a producir más noradrenalina de la necesaria, por lo que queda más cantidad de este neurotransmisor en la hendidura sináptica, generando los signos y síntomas del TAG;
  • Medio ambiente: El entorno es, sin duda, un factor asociado importante. Por ejemplo, las personas con menos estudios suelen tener menos ingresos y la falta de recursos puede generar un entorno estresante, que a su vez puede ser un desencadenante del TAG;
  • Comorbilidades: Los drogadictos, las personas obesas y otras enfermedades pueden desencadenar el TAG. El cáncer, por ejemplo, es una comorbilidad importante. Un estudio publicado en 2024 demostró que, dentro de la muestra de pacientes con cáncer, casi 70% padecían ansiedad.

Diagnóstico y cuadro clínico del trastorno de ansiedad generalizada (TAG) 

Trastorno de ansiedad generalizada

El diagnóstico de Trastorno de ansiedad generalizada (TAG) comienza con una evaluación clínica realizada por un profesional de la salud mental. Durante esta entrevista, el paciente habla de sus síntomas, su historial médico y cómo afecta la ansiedad a su vida cotidiana. También pueden utilizarse cuestionarios de autoevaluación para medir la frecuencia e intensidad de los síntomas declarados.

La confirmación del diagnóstico sigue los criterios del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5). El trastorno de ansiedad generalizada se diagnostica cuando existe una preocupación excesiva difícil de controlar, presente la mayoría de los días durante al menos seis meses, y que causa malestar significativo o deterioro del funcionamiento diario.

Para el diagnóstico en adolescentes y adultos, además de los criterios, deben estar presentes 3 o más de los 6 síntomas del DSM-5. En el caso de los niños, solo uno de los síntomas debe ser frecuente.

Síntomas del trastorno de ansiedad generalizada (TAG)

Síntomas emocionales

El paciente suele estar siempre preocupado, con un miedo excesivo y desproporcionado a la situación. Este miedo suele provenir de experiencias pasadas, traumas o creencias limitantes que se han establecido en la mente de la persona. 

Este miedo, cuando es persistente durante mucho tiempo, puede desencadenar otros problemas psiquiátricos como depresión, trastorno de pánico y otros.

Síntomas cognitivos

Según los criterios del DSM-5, algunos de los síntomas cognitivos que pueden experimentar los pacientes con TAG son: dificultad para concentrarse o el famoso "espacio en blanco" cuando intentan recordar algo, sensación de nerviosismo, dificultad para dormir o incluso para relajarse en momentos que deberían ser de ocio y tranquilidad.

Síntomas físicos

Hay varios síntomas físicos que pueden formar parte del TAG y muchos de ellos son una especie de reacción en cadena. 

Por ejemplo, cuando estamos muy ansiosos, el cerebro entiende que hay una situación de peligro inminente y empieza a producir más noradrenalina de lo ideal. Este neurotransmisor, a su vez, genera una serie de reacciones que desembocan en síntomas físicos que suelen estar relacionados con el TAG:

  • aumento de la presión arterial;
  • taquicardia;
  • taquipnea;
  • Náuseas;
  • sudoración intensa;
  • tensión muscular;
  • sensación de fatiga.

¿Puede diagnosticarse el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) más de una vez en diferentes momentos de la vida?

Sí, a menudo el TAG es desencadenado por un acontecimiento específico en la vida de una persona. Puede ser la muerte de un ser querido o de una mascota, un traslado a otra ciudad, un diagnóstico como el cáncer, un mal pronóstico de una enfermedad, entre otros muchos acontecimientos que pueden hacer aflorar todos los síntomas asociados a este trastorno.

Con el tratamiento adecuado, que puede implicar el uso de medicación combinada con TCC (Terapia Cognitivo-Conductual), los síntomas pueden controlarse y el paciente puede mejorar, dejando de mostrar los signos y síntomas de la enfermedad.

Una forma más clara de verlo es cuando el TAG está relacionado con el entorno. Cuando ese escenario o situación cambia a una circunstancia mejor, la ansiedad vuelve a la normalidad. Esto puede ocurrir, por ejemplo, cuando la persona está trabajando en un lugar con mucha tensión, muchas exigencias, exceso de trabajo y cambia de trabajo, yendo a una empresa donde no hay ninguno de estos factores de estrés.

Y como las cosas malas pueden ocurrir en distintos momentos de la vida, la misma persona que ya no tiene TAG, cuando se enfrenta a una situación que le genera un alto nivel de estrés, puede volver a ser diagnosticada.

Lea también: Trastorno de estrés postraumático en pacientes graves post-Covid-19

Tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada

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El tratamiento del TAG puede incluir varios enfoques, y un médico puede orientar la mejor estrategia para cada paciente. En la actualidad, las opciones de tratamiento más habituales son las siguientes:

Terapia cognitivo-conductual (TCC)

La terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a los pacientes a identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamientos negativos que exacerban la ansiedad. 

La TCC enseña técnicas prácticas para hacer frente a la preocupación excesiva y promueve cambios positivos de comportamiento. Los beneficios incluyen una reducción significativa de los síntomas de ansiedad y una mejora general de la calidad de vida.

Se trata del tratamiento de primera línea y, por tanto, recomendado como práctica sanitaria en varios países como el Reino Unido, Canadá, Estados Unidos y otros. Puede utilizarse en niños, adolescentes, adultos y ancianos.

El paciente autocontrolará sus pensamientos, comportamientos y reacciones físicas, identificará los errores en sus pensamientos y, con la ayuda del profesional, establecerá estrategias de afrontamiento. Además, el psicólogo puede enseñar técnicas de relajación y respiración que pueden ser muy útiles en momentos de crisis.

Medicamentos

Para tratar el TAG pueden utilizarse medicamentos, como antidepresivos y ansiolíticos. Los antidepresivos ayudan a disminuir los niveles de ansiedad a lo largo de varias semanas, mientras que los ansiolíticos ofrecen un alivio más rápido de la ansiedad.  

Estos dos son los medicamentos de primera línea para el tratamiento farmacológico del problema.

Los antidepresivos más utilizados son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN). La función de estos fármacos es mantener la serotonina y la noradrenalina (en el caso de los IRSN) en la hendidura sináptica durante más tiempo.

Trastorno de ansiedad generalizada

Uno de los grandes problemas en este caso es que los pacientes suelen quejarse de efectos adversos en los primeros 14 días, como diarrea y molestias en el aparato digestivo, empeoramiento de la ansiedad, insomnio, dolores de cabeza y otros.

Por otra parte, la principal ventaja de los ansiolíticos (benzodiacepinas) es que actúan con rapidez, lo que significa que el paciente puede deshacerse de sus síntomas casi de inmediato. El gran problema es que, precisamente por eso, pueden provocar adicción y abuso.

Es importante seguir los consejos médicos y estar atento a los posibles efectos secundarios, como somnolencia o cambios en el apetito. El seguimiento médico regular es esencial para ajustar el tratamiento según sea necesario y garantizar su eficacia y seguridad.

Lea también:  ¿Fármacos epigenéticos para los trastornos de ansiedad?

Cambios en el estilo de vida

Además del tratamiento profesional, algunos cambios en el estilo de vida pueden ser beneficiosos:

  • Técnicas de relajación: Prácticas como la respiración profunda y la meditación pueden ayudar a reducir la ansiedad;
  • Ejercicio físico: La actividad física regular mejora el estado de ánimo y reduce la tensión. El ejercicio estimula la producción de serotonina, uno de los principales neurotransmisores que ayudan a controlar el TAG. Aquí podemos incluir varios tipos de ejercicio que van más allá del entrenamiento con pesas, como el yoga, la danza, el ejercicio funcional, la natación, correr, caminar, etc;
  • Hábitos de sueño saludables: Mantener una rutina de sueño constante y crear un entorno adecuado para el descanso puede mejorar la calidad del sueño;
  • Redes sociales: En un mundo altamente conectado, no podemos dejar de mencionar el uso de las redes sociales como parte del tratamiento del TAG. Varios estudios muestran una correlación directa entre el uso de las redes sociales y el aumento de la ansiedad. Por lo tanto, tener un mayor control sobre su tiempo en los medios sociales es una de las maneras de ayudar a su tratamiento.

Estas estrategias complementan el tratamiento y contribuyen a una gestión más eficaz de la ansiedad en el día a día.

Especialista en psiquiatría y psicofarmacología clínica en Campinas

Cuanto antes busque ayuda, mejor podrá controlar los síntomas y el impacto en su vida diaria. Contar con el apoyo de un psiquiatra puede marcar la diferencia a la hora de crear un plan de tratamiento que se adapte a tus necesidades.

Si tiene síntomas de TAG, pida cita ahora con el Dr. Petrus Raulino para una evaluación especializada del mejor camino para usted. Recuerde que dar el primer paso hacia el tratamiento puede ser el comienzo de un viaje hacia una vida más tranquila y equilibrada.

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