Depresión: qué es, factores de riesgo, síntomas y tratamiento

Depresión

A depresión es uno de los trastornos más comunes en la actualidad, a menudo confundido con una tristeza pasajera o parte de un rasgo de la personalidad de un individuo. Sin embargo, es un trastorno que requiere atención y un diagnóstico preciso para que el tratamiento sea el adecuado.

Según Organización Mundial de la Salud (OMS)En Brasil, 15,5% de la población sufre depresión, que es más prevalente entre las mujeres (20%) que entre los hombres (12%). A pesar de la alta incidencia, muchos casos no se diagnostican o no se tratan, lo que puede llevar a un empeoramiento de la depresión.

¿Qué es la depresión?

Mucho más allá de la simple tristeza, la depresión es un trastorno psicológico complejo que afecta profundamente a la forma en que una persona siente, piensa e interactúa con el mundo. El trastorno depresivo va más allá de lo emocional: implica un desequilibrio en la procesos neurales que regulan el estado de ánimo y la percepción de la realidad.

Sin embargo, sus efectos se extienden más allá del individuo, influyendo en sus relaciones, su rutina e incluso su autoimagen. La base neurobiológica de la depresión implica alteraciones en la neurotransmisión, especialmente en los sistemas serotoninérgico, noradrenérgico y dopaminérgico, que desempeñan papeles clave en la regulación del estado de ánimo, el comportamiento y la respuesta al estrés. 

Por eso, contrariamente a lo que se suele creer, no se trata sólo de "falta de voluntad" o "pensamiento negativo", sino de un sufrimiento real que hay que comprender y tratar con la debida atención.

¿Cuáles son los factores de riesgo de la depresión?

La etiología de la depresión implica la interacción de componentes genéticos, neurológicos y psicosociales. Aunque ningún factor es decisivo por sí solo, la presencia de uno o más factores de riesgo aumenta la predisposición al trastorno. Entre los principales figuran:

Causas genéticas

A genética desempeña un papel importante en el desarrollo de la depresión, como demuestran los estudios sobre hermanos gemelos con antecedentes familiares positivos de esta enfermedad. El DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5ª edición) reconoce que las personas con familiares de primer grado diagnosticados con algún tipo de trastorno depresivo tienen un alto riesgo de padecerlo.

Bioquímica cerebral

Cambios en los neurotransmisores - sustancias químicas que transmiten señales en el cerebro - también están asociados a los trastornos depresivos. La desregulación de los neurotransmisores puede influir en el estado de ánimo de una persona y contribuir a la aparición de síntomas depresivos.

El funcionamiento del sistema hormonal también puede verse afectado, especialmente tres áreas: el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (relacionado con la respuesta al estrés);

  • el eje hipotálamo-hipófisis-tiroides (relacionado con el metabolismo y la energía);
  • el eje hipotálamo-hipófisis-hormona de crecimiento (importante para diversas funciones corporales). 
Depresión

Las alteraciones de estos sistemas también pueden influir en la respuesta del organismo ante acontecimientos adversos y aumentar la predisposición a desarrollar depresión.

Abuso de drogas lícitas e ilícitas

El abuso de sustancias psicoactivas, lícitas o ilícitas, puede desencadenar o agravar la depresión al comprometer la regulación de los neurotransmisores.

El alcohol, al ser un depresor del sistema nervioso central, genera inicialmente placer al elevar la dopamina, pero su consumo crónico reduce esta respuesta, favoreciendo los síntomas depresivos. Los estimulantes como la cocaína y las anfetaminas provocan una euforia temporal, pero conducen a un agotamiento dopaminérgico que se traduce en apatía y anhedonia. 

Otras drogas, como el cannabis, pueden alterar el estado de ánimo y la cognición, mientras que los opiáceos, como la heroína y el fentanilo, promueven el bienestar temporal pero perturban el sistema emocional a largo plazo. Por último, alucinógenos como el LSD y la ketamina pueden inducir brotes psicóticos y episodios depresivos prolongados. 

Factores medioambientales

El entorno también tiene un impacto significativo en el desarrollo de la depresión, especialmente en relación con experiencias adversas durante la infancia. Los acontecimientos traumáticos, como la pérdida de uno de los padres, los malos tratos físicos, psicológicos o verbales, los entornos familiares caracterizados por peleas constantes y el abandono, son factores que pueden desencadenar el trastorno.

Esto se debe a que los acontecimientos ponen en peligro el desarrollo emocional y la capacidad de hacer frente a los sentimientos y a los factores estresantes, dejando a la persona más vulnerable al sufrimiento psicológico a lo largo de la vida.

Personalidad

Las características psicológicas individuales también desempeñan un papel importante a la hora de influir en el desarrollo de la depresión. Por ejemplo, las personas más retraídas y tímidas suelen preferir el aislamiento social, lo que, combinado con otros factores, puede aumentar su predisposición al trastorno.

¿Cuáles son los signos y síntomas de alarma de la depresión?

Reconocer las señales de alarma y los síntomas de la depresión y buscar ayuda especializada cuando sea necesario es fundamental para evitar que el trastorno empeore. Ser consciente de estas señales permite hacerse una idea más clara de lo que se está experimentando emocionalmente. 

DEPRESIÓN

Los principales signos y síntomas de la depresión son

  • Estado de ánimo depresivo: se caracteriza por un sentimiento persistente de tristeza, desesperanza o vacío, a menudo acompañado de anhedonia (pérdida de la capacidad de sentir placer). En algunos casos, puede manifestarse como irritabilidad, especialmente en niños y adolescentes.
  • Retraso motor y falta de energía: Una reducción significativa de la energía y la motivación para las actividades cotidianas, asociada a una fatiga constante y a un retraso psicomotor (ralentización de los movimientos y del pensamiento). El paciente puede referir una sensación subjetiva de pesadez en las extremidades y un gran esfuerzo para realizar tareas rutinarias.
  • Insomnio o somnolencia: cambios en los patrones de sueño, como dificultad para conciliar el sueño (insomnio inicial), somnolencia excesiva (hipersomnia), despertarse durante la noche con dificultad para volver a dormirse (insomnio intermedio) y despertarse temprano por la mañana sin poder volver a dormirse (insomnio terminal).
  • Cambio en el apetito: La depresión puede provocar tanto hiporexia (disminución del apetito, con la consiguiente pérdida significativa de peso) como hiperfagia (aumento de la ingesta de alimentos, con aumento de peso).
  • Menor interés sexual: Se trata de un síntoma frecuente y puede estar asociado tanto a factores neurológicos (disminución de la dopamina y la serotonina) como a una pérdida generalizada de interés por actividades que antes resultaban placenteras. Como se ilustra en la imagen siguiente.
  • Dolores y síntomas físicos difusos: quejas de dolor corporal, como cefaleas, dolor de espalda o dolor torácico, sin causa médica aparente.

¿Cuáles son los tipos de trastorno depresivo?

Cada persona tiene una historia, una estructura psicológica y una forma única de afrontar el sufrimiento, lo que influye en la variación de los síntomas de la depresión. Por esta razón, existen diferentes tipos de trastorno depresivoSe clasifican en función de sus características específicas.

Tipos clasificados por el DSM-5

O DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5ª edición), es una guía utilizada por los profesionales sanitarios para clasificar y diagnosticar los trastornos psicológicos. Su principal función es estandarizar los criterios diagnósticos, facilitando la comunicación entre especialistas y garantizando diagnósticos y tratamientos más precisos. 

Depresión

Los trastornos depresivos identificados en el manual incluyen:

Trastorno depresivo mayor

Se caracteriza por un estado de ánimo depresivo persistente y una pérdida de interés y placer en las actividades diarias, o casi diarias, que afecta significativamente al funcionamiento de la persona. En este tipo de depresión, el individuo puede experimentar una pérdida o un aumento de peso significativos y dificultades para mantener la higiene. 

Trastorno depresivo persistente

También conocida como distimia, presenta síntomas similares a los del Trastorno Depresivo Mayor, como tristeza, melancolía y apatía, pero con menor intensidad. La principal característica de la distimia es la duración prolongada de los síntomas, que deben estar presentes la mayoría de los días durante al menos dos años (o un año en el caso de niños y adolescentes). 

Tipos clasificados por etiología

Los trastornos depresivos también pueden clasificarse según su etiología (factores que contribuyen al desarrollo del trastorno) en distintos tipos, teniendo en cuenta el origen de los síntomas. Estos pueden definirse como:

  • Trastorno disfórico premenstrual: Se caracteriza por cambios de humor, irritabilidad, tristeza y ansiedad que se producen repetidamente en el período previo a la menstruación, disminuyendo con su aparición o poco después del período.
  • Trastorno depresivo debido a otra afección médica: Periodo prolongado de estado de ánimo deprimido o pérdida significativa de interés y placer en casi todas las actividades, atribuido a los efectos directos de una enfermedad subyacente.
  • Trastorno depresivo inducido por sustancias/medicación: Cambio significativo y continuo del estado de ánimo, caracterizado por apatía o pérdida de interés y placer en casi todas las actividades, como consecuencia de los efectos directos de una sustancia, como drogas, medicamentos o exposición a toxinas.
  • Trastorno por duelo prolongado: Reacción intensa y persistente a la pérdida de alguien cercano mediante una intensa añoranza del fallecido (a menudo con tristeza intensa y llanto frecuente) o preocupación por pensamientos o recuerdos durante más de 12 meses.

Subtipos de trastorno depresivo mayor

El Trastorno Depresivo Mayor también tiene subtipos dentro de su diagnóstico. Algunas particularidades pueden diferenciar la evaluación diagnóstica, lo que requiere un buen profesional para identificar sus subjetividades. Algunos de los subtipos del Trastorno Depresivo Mayor son:

  • Depresión con rasgos ansiosos: la presencia de síntomas ansiosos significativos, como inquietud, dificultad para respirar, temblores y miedo a que ocurra algo malo. 
  • Depresión con rasgos mixtos: Además de los síntomas depresivos, existen rasgos maníacos o hipomaníacos, como un aumento de la energía, pensamientos acelerados y mayor impulsividad. 
  • Depresión melancólica: se caracteriza por una grave pérdida de placer en casi todas las actividades, empeoramiento de los síntomas matutinos, despertar precoz, enlentecimiento psicomotor y culpabilidad excesiva. 
  • Depresión catatónica: Implica cambios motores significativos, como inmovilidad, mutismo, postura rígida o incluso agitación sin propósito. Puede aparecer en episodios graves de depresión y requiere una intervención inmediata.
  • Depresión bipolar: tiene lugar dentro del Trastorno bipolarLa fase depresiva se caracteriza por oscilaciones entre episodios de depresión y episodios de manía o hipomanía. Durante la fase depresiva, la persona experimenta una profunda tristeza, pérdida de interés, fatiga y pensamientos negativos.
  • Depresión atípica: A diferencia de la depresión clásica, los pacientes con este subtipo muestran reactividad del estado de ánimo (mejoría temporal ante acontecimientos positivos), así como aumento del apetito, aumento de peso, hipersomnia y sensibilidad extrema al rechazo.
  • Depresión estacional: relacionada con el cambio de estación, suele producirse en otoño e invierno debido a la reducción de la luz solar, generando fatiga intensa, aumento del apetito y aislamiento social.
  • Depresión periparto: se caracteriza por episodios depresivos graves que se producen durante el embarazo o en las cuatro primeras semanas después de dar a luz. Puede conllevar síntomas graves como tristeza profunda, desesperanza, sentimientos de inadecuación materna y, en casos extremos, riesgo de psicosis puerperal.
  • Depresión psicótica: además de los síntomas depresivos, hay delirios o alucinaciones, que pueden ser congruentes (asociados a la culpa) o incongruentes (no siguen el patrón depresivo) con el estado de ánimo. 

Diagnóstico y tratamiento

El tratamiento de la depresión puede incluir la búsqueda de psicoterapia y de un psiquiatra que diagnostique con precisión el trastorno y prescriba medicación si es necesario. 

Entre los fármacos más utilizados para tratar la depresión se encuentran:

  • Inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO);
  • Antidepresivo melatonérgico;
  • Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina;
  • Inhibidor de la recaptación de dopamina y noradrenalina;
  • Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina;
  • Moduladores de la serotonina (bloqueantes 5-HT2);
  • Antidepresivos heterocíclicos (HCA);
  • Ketamina y escetamina.

Sin embargo, psicólogos y psiquiatras son esenciales y complementarios para mejorar el cuadro clínico. 

Psicólogo 

O l psicólogo es el profesional que, a través de sesiones de psicoterapia, evaluará los problemas psicológicos del individuo y le ayudará a afrontar acontecimientos traumáticos. Es en la terapia donde el paciente podrá hablar de sus problemas sin ser juzgado y con el secreto profesional garantizado.

En el tratamiento de la depresión, la psicoterapia es fundamental para identificar y comprender los patrones de conducta y pensamiento del paciente, especialmente los que contribuyen a la aparición de los síntomas depresivos. 

El psiquiatra 

Los psiquiatras son médicos especializados en el diagnóstico, tratamiento y manejo de trastornos psicológicos, incluida la depresión. Su formación permite un enfoque clínico completo, teniendo en cuenta tanto los aspectos neurológicos como los factores psicosociales que influyen en el estado del paciente.

De este modo, es posible evaluar los aspectos fisiológicos del trastorno, analizando los síntomas y su repercusión en la vida cotidiana del individuo. A partir de esta evaluación, el psiquiatra realiza el diagnóstico utilizando los criterios del DSM-5 y la CIE-11. 

Cuando está indicada, la prescripción de psicofármacos, como antidepresivos y estabilizadores del estado de ánimo, forma parte del tratamiento, ayudando a regular los neurotransmisores y a mejorar los síntomas. 

La importancia de buscar ayuda profesionall

El psiquiatra, además de diagnosticar y prescribir el tratamiento farmacológico, también desempeña un papel continuo en seguimiento de los pacientes. Tras la evaluación inicial, supervisa los efectos de la medicación, ajustando las dosis según sea necesario para garantizar la eficacia del tratamiento y minimizar los posibles efectos secundarios.

La resistencia a buscar tratamiento, a menudo motivada por el estigma social y la desinformación, puede retrasar la recuperación y aumentar el riesgo de complicaciones, como síntomas crónicos e ideación suicida. 

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